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Lazarito y la historia turbia en torno a los peloteros cubanos

 

Jorge Ebro

 Por alguien como Lazarito es que habrá acuerdo entre Cuba y Grandes Ligas. Por una historia de horror y de misterio como la de este fenómeno escondido en la República Dominicana, en medio de un peligro latente para su vida, se pondrán de acuerdo los poderes existentes en una especie de matrimonio torcido, pero preferible a este Salvaje Oeste en que se ha convertido el mercado de los peloteros cubanos.

La historia no puede ser más elocuente. Lázaro Robersy Armenteros Arango, de apenas 16 años de edad, se ha convertido en uno de los prospectos más preciados de las Mayores y firmaría por más de $10 millones, pero una disputa entre su ahora ex agente y el “buscón” que le mantiene en Quisqueya han cortado por el momento cualquier plan de futuro, mientras el pelotero y su familia se encuentran en una suerte de arresto domiciliario.

Charles Hairston, quien hasta hace poco era su agente, decidió separarse del negocio, luego de ser amenazado por el hombre que financia a la promesa, o mejor dicho, el “buscón”, quien deseaba firmarlo cuanto antes y no después del 2 de julio, como aconsejaba el representante en busca de mejores ofertas, basado en que los clubes dispondrían de más recursos financieros.

Para hacer la historia corta, Hairston salió corriendo de Dominicana temiendo por su vida y preocupado por Lazarito y sus allegados, a quienes el buscón les ha retenido sus documentos, sin los cual no pueden viajar a ninguna parte.

El cuento de Lazarito revive ecos de otras fugas y tribulaciones como la de Leonys Martín supuestamente secuestrado a punta de pistola por un par de individuos inescrupulosos y la de Yasiel Puig, perseguido por los lancheros que lo sacaron de Cuba y los criminales Zetas de México.

Me atrevo a decir que en el 95 por ciento de los peloteros cubanos hay elementos de lo que atraviesa por estos días Lazarito, y muy pocos confiesan que entre el 25 y el 30 por ciento de sus contratos, así, sin haber lanzado una pelota en las Mayores, va a parar a manos de quienes les ayudaron a escapar, prepararse y firmar, entre ellos, esos temibles buscones de Dominicana, Cuba o cualquier parte del mundo, que la villanía no tiene fronteras.

El cuento de Lazarito revive ecos de otras fugas y tribulaciones como la de Leonys Martín supuestamente secuestrado a punta de pistola por un par de individuos inescrupulosos y la de Yasiel Puig, perseguido por los lancheros que lo escabulleron de Cuba y los peligrosos Zetas de México

Este turbio capítulo vuelve a recordar que tras las historias de éxito, al menos las que son, hay toda una maquinaria desordenada y grosera que solo ve en los jugadores porcentajes de sumas millonarias. Con tal de irse de Cuba, un pelotero firma lo que le pongan por delante. Es solo cuando llega el momento de pagar que se da cuenta del atraco brutal. Basta echar un repaso de los pagos en cualquier chequera de estas estrellas para seguir el rastro del dinero.

Lo triste de todo es que las Grandes Ligas lo saben, pero no hacen nada amparadas en la sombrilla legal de que todo sucede fuera de Estados Unidos, y aceptan cualquier documento por bueno, siempre y cuando tenga los cuños correspondientes, como el de la residencia de Lazarito, otorgada en Haití con todas las de la ley, de la putrefacta ley y firmada por un putrefacto funcionario que guardó en el bolsillo un soborno de miles que, a no dudarlo, saldrá de los futuros millones del pelotero.

Nadie como yo se alegra de que los cubanos lleguen a las Mayores y dejen atrás un sistema que “suprimió la pelota esclava”, pero tampoco puedo virar la cara o cerrar los ojos ante el robo y las intimidaciones a que son sometidos muchos de ellos, para no hablar ya de esos otros que deambulan por Santo Domingo y sus alrededores sin agente y sin rumbo, sin futuro.

Seré el primero en denunciar cualquier pacto con las Mayores, donde no se trate al pelotero cubano con los mismos derechos y deberes de los estadounidenses, dominicanos o venezolanos, donde el gobierno de la isla intente sacar un provecho más allá de lo razonable, pero lo prefiero a este caos como el que está viviendo este joven de solo 16 años que ha enamorado a los scouts por sus cinco herramientas.

La historia de Lazarito no debe caer en el olvido.

Atentamente

Prof. Juanito A. Martínez de Osaba

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